miércoles

El sabio ojo de Leonardo da Vinci.

¿Que puede ser un ojo? ¡Todo!  Un ojo lo es todo. Es la ventana al mundo. Es un sentido imprescindible y su ausencia soporta la nada y la nada lo es todo. Esto lo sabia Leonardo. Si estamos ante la oscuridad absoluta, todo estará ausente y Leonardo da Vinci lo sabia. Su propio ojo era testigo de la realidad, aquella que se filtra por la pupila e impacta la retina. Leonardo conoce el enigma de la óptica, la valora y descubre algunos secretos que nos permiten ver.

Durante la época, se creía que los ojos emanaban ciertos rayos de luz y de esta manera lográbamos ver, pero Leonardo, sabia lo errada que era esta apreciación, conocía que era lo opuesto, analizó la fisiología del ojo, lo diseccionó y descubrió que los haces de luz provenientes del exterior penetran por la retina brindando información al cerebro y así realmente podemos ver. El ojo de Leonardo admiró la naturaleza y su creatividad no tuvo limites, hoy nuestros ojos admiran su inigualable ingenio.

2 comentarios:

  1. "Monet fue solo un ojo, pero vaya que ojo"

    Paul Cézanne.

    Me gusto tu comentario.

    saludos.

    ***

    vivista mi blog:
    http://argobitacora.blogspot.com/

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  2. Gracias "Otro Bluesero en la red", ya se hacia tarde para una cita entre tanto poema y el Blues, tanta literatura y el Jazz.

    Asi como hacia falta un mundo para las artes, que buen blog, me pasaré con frecuencia para husmear. y bueno te dejo un fragmento de un poema que me recordó tu post, un abrazo.

    III

    Era el tiempo en que se nos abría el paraíso
    en todos los minutos del día.
    Días de minutos largos
    de palabras recién conocidas.
    El ojo de la magia les daba una iluminación irrepetible.
    Y sucedió después que el paraíso era un engaño de la luz,
    que a los amigos les bastaba un segundo para morirse,
    que los amores llevaban dentro una almendra agria.

    En la noche el paraíso sigue abriendo su rendija,
    un fantasma de la luz,
    el que hace que los amigos estén siempre aquí,
    que los amores se conformen con su almendra agria,
    que el corazón no rompa a aullar en la montaña.

    Hugo Gutiérrez Vega

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